Este, sin duda, pasará a la historia como un año muy particular. Apenas entraba el tercer mes cuando surgió la imperiosa necesidad de mantenernos dentro de nuestras casas; así ocurrió en todo el planeta. La incertidumbre era el pan de cada día, pues no sabíamos qué ocurría afuera, ni cuánto tiempo debíamos evitar salir y el contacto con los otros. Tampoco suponíamos siquiera, lo que ocurriría con cada uno de nosotros.
Por todos los medios, día a día, nos instaban a lo mismo, el mandato era claro: permanezcan adentro, quédense en casa; lo que para muchos era un reto pues no estamos acostumbrados, vivimos más afuera que adentro.
Poco a poco, sin darnos cuenta, como consecuencia de los ajustes que requiere la convivencia 24-7 con las personas más cercanas a nosotros, aquellas con quienes se tiene un proyecto de vida en común, se hizo necesario cambiar la lente con la que mirábamos por una más potente. Dicha orden fue tomando otro significado, algo parecido a: solo se tienen ustedes, cuídense mutuamente. El “quédense en casa” tomó el matiz de “permanezcan en familia”, la palabra casa se interpretó como familia, y se centró la atención en la misma.
Nadie alcanzó a imaginar que esta necesidad se prolongara tanto, internados en cuarentena el tiempo seguía pasando, nuevos desafíos aparecieron, se fueron multiplicando, y al observar las dinámicas al interior del hogar se hizo imperioso detenernos para analizar el papel que juega cada uno dentro de este sistema. Todos debimos encontrar lo que nos compete de manera personal para proveer soluciones a los retos que surgían cada día. Nuevamente, como en una especie de llamado, se desencadenó la premura de volver a cambiar la lente por una aún más potente que la anterior. EL “quédense en casa” debió ser interpretado como “mantén tu centro”, la palabra casa significaba nuestro interior.
Todos en diferentes momentos y a diferente profundidad asumimos con mayor conciencia la responsabilidad de sintonizar con los delicados requerimientos de nuestro interior para hallar nuestro propósito y el rol que nos correspondía en el momento, bajo esta circunstancia particular. Accedimos entonces a un lugar pleno de quietud y calma donde se hallan las respuestas a las preguntas fundamentales. El “ permanezcan adentro”, el “quédense en casa” interpretados así se vieron como una oportunidad, el camino se abrió y descubrimos que de una forma u otra podemos proveer las soluciones para los grandes retos de este tiempo y de cualquier otro, desde allí.
La forma de vida en la que lo usual es centrarnos en el exterior y mirar de afuera hacia adentro nos ha hecho demorar todos los procesos y errar en la búsqueda de soluciones. ¿Qué tal si ahora que le hallamos el verdadero sentido, “permanecemos adentro, nos quedamos en casa”?
El 2020 pasará a la historia…..; el mandato inicial ahora es una invitación que nosotros hacemos desde el colegio: “PERMANECE ADENTRO” , ahí está el manantial que calma la sed y da sentido a la vida, gestiona tu historia.