Frente a los cruentos hechos de violencia que hemos vivido en estos tiempos, muchos nos preguntamos el por qué, y qué podemos hacer.
Ante la primera pregunta, a veces buscando justificación, y en relación con la segunda, delegando la obligación a las instituciones, o en el mejor de los casos, desesperanzados pues consideramos que individualmente lograremos poco. De esta forma, quizás sin darnos cuenta, evadimos la responsabilidad que nos corresponde, aunque la violencia nos toque a diario, en el alma, en nuestro ámbito personal, familiar, escolar, social…cultural.
Es significativo lo que puede hacerse para educar en y para la no violencia, no se trata de lecciones, se trata de convivencia humana desde el amor y como consecuencia de este desde el respeto. Sin embargo, es donde somos menos conscientes, porque ocurre con frecuencia que nos olvidamos que respetar al niño es tratarlo como persona completa desde siempre, darle la oportunidad para que se desarrolle de manera integral, es validar todas las iniciativas que tiene para lograr sus objetivos y metas; escuchar sus inquietudes y acompañarlo en el camino de indagación, aceptar el ritmo de sus pasos
Hoy queremos tratar sobre la no violencia, en la medida en que esta puede ser vivida y aprendida en la familia y la escuela, como se aprenden las cosas importantes, en la relación con las demás personas.
Tanto a los niños como a los adultos, son principalmente nuestros padres y nuestros maestros quienes nos han enseñado la no violencia; han sido probados varios medios, resultando el más efectivo a largo plazo, el ser ellos mismos no violentos, aprendemos entonces identificándonos con este adulto e imitándolo. “El niño hace lo que ve.”
Traemos algunos ejemplos para esclarecer lo dicho.
Transmitimos mensajes de no violencia a los niños cuando:
- Validamos todas sus emociones y les brindamos herramientas para gestionarlas.
- Permitimos que participen en las decisiones que competen con su vida.
- Las normas se construyen en conjunto y se habitúa su cumplimiento.
- Rechazamos el chantaje y la manipulación en todas sus manifestaciones.
- Acatamos los reglamentos que garantizan la tranquilidad y seguridad de la comunidad.
- Hacemos prevalecer la razón sobre la fuerza.
- Hablamos con la verdad aún, cuando se evidencien nuestros errores.
- Tratamos bien a todos y a todo.
A manera de síntesis, en respuesta a la segunda pregunta planteada en el inicio de este artículo diremos que sí podemos hacer algo frente a los hechos. Y que la solución está en educar para la no violencia, todos los días desde que el niño nace; en la casa, en la escuela, con todos nuestros actos, a través del trato y el ejemplo que le damos. Y que nos corresponde a todos. La primera pregunta se responde sola, por descarte.